Congo Oriental: capital mundial de la violación



La galardonada cineasta Fiona Lloyd-Davies es una de las más experimentadas documentalistas extranjeras en el Reino Unido. Ella ha estado haciendo películas sobre temas de derechos humanos en las zonas de conflicto desde 1992. Ella escribe para CNN como parte de la cobertura especial sobre la República Democrática del Congo.

Desde la primera vez que entras en el este del Congo, te encuentras rodeado de algo exótico y extraordinario, ya se trate de flora y fauna o simplemente algo incongruente, como el ala cortada de un avión ruso, guardada en un lado de la carretera, o un niño con una pistola.


El Congo Oriental ha sido llamada la capital mundial de la violación por las Naciones Unidas. Decenas de miles de mujeres son violadas constantemente a diario en el conflicto. Concretamente, en este país son violadas más de 1.000 mujeres cada día, 48 cada hora, 4 cada cinco minutos. La ola de agresiones continúa hasta hoy.

¿Cómo es posible qué de esta noticia poco se sepa? ¿por qué se da tan poca importancia a este drama humano?

Según narra CNN México, se dan violaciones múltiples, brutales, con un salvajismo atroz. Violación con palos y armas de fuego, incluso de las bayonetas.

Las mujeres tienen que elegir entre quedarse en casa y morirse de hambre o ir a buscar comida. E ir a los campos de alimentación supone un grave peligro.

La guerra duró hasta 2003, cuando un tratado de paz fue firmado. Oficialmente, la lucha llegó a su fin, pero no se detuvo. Tampoco la violación.

Tras la llegada de la paz se dio un giro. Las violaciones eran ahora organizadas. Hubo una nueva eficiencia en la violación, se había convertido en una parte integral de la vida de las fuerzas rebeldes. Era una violación sistemática.

Según cuenta Fyona Lloyd-Davies, ahora las mujeres son violadas varias veces, violaciones en grupo, tres o cuatro veces. A veces dos hombres, más a menudo las bandas de, 10, 20, una y otra vez. Muchas dieron a luz niños y las niñas, algunos bebés sólo unos pocos meses de edad, fueron violadas también.

Se narran terribles historias, como la de Masika Katsuva. Ella y sus dos hijas adolescentes fueron violadas por milicianos. Su esposo fue asesinado enfrente de ella, cortado en pedazos y se vio obligada a comer sus partes íntimas. Sus dos hijas, Raquel y Yvette tenían 15 y 13 años de edad, y ambas concibieron hijos. La familia del marido de Masika los rechazó y ella trajo a sus hijas y a sus hijos a una ciudad de mercado abrazando la orilla del lago Kivu para tratar de reconstruir sus vidas. Masika trata de soñar con un futuro mejor, pero también es realista. Ella quiere que sus mujeres sean capaces de dejar de hacer el trabajo manual en el campo y aprender habilidades como la costura. Pero para que eso suceda, ella cree, la lucha y la violación deben desaparecer.

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