La pésima política de Occidente hacia el mundo árabe


Una característica de los políticos occidentales es la desconexión y el desconocimiento de la realidad. Como se dice popularmente, están en la Luna (en España están en otra galaxia).

El mundo árabe, y cuando hablamos del mismo hablamos del mundo islámico, es un mundo sumamente complejo y no es fácil de entender con posiciones simplistas. Tan errada es la demonización, como el complejo de inferioridad.


Haciendo un poco de Historia

Cuando el profeta Muhammad, en el siglo VI, convirtió al Islam la Península Arábiga, se iba a producir un cambio que cambiaría la historia humana para siempre. La fe islámica se propagó como las llamas de un incendio por todo el Mediterráneo alcanzando la Península Ibérica, siendo frenado su avance por Carlos Martel a principios del siglo VIII.

Este fulgurante avance o conquista, o si se quiere la expresión, apoyo popular o incluso "modernidad", se produce, al igual que la romana o la cristiana, porque la nueva civilización era mejor, o al menos "menos mala" que la que sustituían. Efectivamente, por las fuentes de entonces sabemos que los musulmanes de entonces eran más cultos, más justos, más ecuánimes (y también más limpios), que los naturales de los países que invadían.

Pero en el siglo X, más o menos, se produce un cambio, la civilización cristiana despega y la islámica se detiene. Se produce una terrible ruptura, que las circunstancias histórica no ayudarán a solucionar. En el Occidente cristiano, el camino a la libertad y la tolerancia será duro y no exento de violencia. En cambio, el mundo islámico seguirá un camino distinto. E insisto en lo de distinto. Hasta los cristianos de allí serán distintos, pero más o menos tolerados, como ocurría en el Líbano.

Llegó el colonialismo en el siglo XIX. La mayor parte de los países árabes fueron a parar bajo dominio colonial de Francia y de Inglaterra. Estos países conservaron sus tradiciones y estructuras y la dominación colonial no fue tan traumática como en otras zonas.

Lo peor llegó en el siglo XX, el siglo de los horrores, cuando el hombre occidental insiste en llevar su civilización a estos países. Tras la Segunda Guerra Mundial, se produce una terrible caída de fichas de dominó en cadena.

En 1945, tras el exterminio de más de seis millones de judíos por el régimen nazi, los supervivientes y sus familias no tienen a donde ir. Nadie les quiere y menos en una Europa de deportados y movimientos migratorios de todo tipo por los desastre de la guerra. El sionismo promueve un hogar judío en la tierra prometida y lo termina consiguiendo.

Se crea el estado de Israel con la oposición de los países árabes descolonizados. Pero eso no es lo peor. La Guerra Fría llevará a elegir peones al bloque soviético y al bloque soviético.

Las consecuencias son de sobra hoy conocidas: la estabilidad del planeta entero tiene un problema.


Occidente no se entera

Que no. Que no van a tener una democracia. Ni siquiera una mierda de democracia como la española, o la italiana, o las iberoamericanas, que son una maravilla con lo más cercano a la libertad que puedan tener. No nos engañemos, todos los experimentos democráticos en los países árabes han salido mal.

Las causas son muy complejas y las soluciones simplistas no explican la auténtica realidad. Esta es demasiado compleja, debemos romper con ciertos supuestos dogmas, como los siguientes:

1) No se debe caer en el error de que todos los que profesan la fe islámica son terroristas, maltratadores o violentos.

2) Tampoco pensemos que todo lo islámico es una maravilla de "progresismo" (¿?) y de pacifismo.

3) No existe un odio hacia los cristianos, por el hecho de serlo. Una anécdota que cuenta el periodista infliltrado Antonio Salas, es el regalo en Palestina a un simpatizante del terrorismo antisionista, viviendo entre musulmanes, de un ejemplar del Corán, al que se lo devolvió con gracias por tu regalo, pero soy cristiano. La convivencia y tolerancia entre cristianos y musulmanes en el Libano era lo normal hasta que aquello se enrareció.

Pero en todo este entramado ha surgido una fuerza irracional que quiere desestabilizar el planeta: el fundamentalismo islámico, actualmente ejemplificado en el IS. Irracional, terrorista y propagador de la ignorancia, que se aprovecha de la injusticia social y de la humillación para lograr simpatizantes.

Tan erróneas son las posiciones islamófobas, que sostienen que todos los musulmanes albergan malos sentimientos y son violentos, como las islamofílicas, que afirman que el Islam es una religión de paz y tolerancia, y que los fundamentalistas islámicos son cuatro violentos que sólo tienen éxito por la intolerancia de Occidente.

Las meteduras de pata de Occidente en el mundo islámico son de antología. En vez de escuchar a personas que han estado al pie del terreno en los países árabes, se han fiado de asesores que si trabajasen en cualquier empresa hace tiempo que estarían despedidos. Esto ha ocurrido porque la CIA se ha convertido en el Ministerio de Agricultura

Otra falacia es creer que todos los musulmanes están unidos en una sola fe, de hecho hay muchas ramas en el Islam. Ni son lo mismo, ni lo parecen, el sufismo, el chiismo y el sunismo.

Y en esto surge el IS, el estado islámico, cuya señas de identidad son una crueldad aberrante, una intolerancia infinita, un desprecio a los derechos humanos, un fundamentalismo religioso, y un atraso cultural absoluto. Y vienen a por España, a la que han amenazado directamente.

Lo peor de todo, es que hay occidentales gilipollas y traidores, que se enrolarán en el IS, como la rockera Sally Jones, que está deseando matar con un cuchillo a cristianos, o la veinteañera escocesa de buena familia Aqsa Mahmood, que ahora se dedica a dar latigazos a mujeres y niñas que llevan un velo más fino de lo normal. Aunque sus actitudes disten de ser normales, es posible entender que sean captados por el terrorismo islámico gente que no ha conocido más que fanatismo y pobreza, e incluso hijos de emigrantes que han sido marginados en Occidente. Pero lo que no se puede entender de ninguna manera es que niños y niñas pijos de buena familia o gente completamente integrada en la cultura occidental, terminen traicionando a los suyos y a su patria.

No serán pocos, pues capta en occidente 20 mujeres al día para la yihad. Y lo hace en primera instancia con el fanatismo religioso, sino con medios de las tecnologías de la comunicación, como las redes sociales, y su sofisticada revista en pdf.

¿Las causas de este desastre? No hay que irse muy lejos para hallarlas: la pérdida de valores morales en Occidente y su poca firmeza en defender los derechos humanos y sociales. 

Jaime Arroyo

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