El peor camino para salir de la crisis

Tras los injustos, antisociales, antieconómicos e inmorales recortes del gobierno de Rajoy plasmados en la sesión de las Cortes del 11 de julio de 2012, y que han conseguido el milagro de unir a los votantes de izquierdas y de derechas, está claro, confirmado por la protección de la casta política, sobre todo autonómica, que los dirigentes han perdido por completo el apoyo de la población, apoyo masivo que consiguieron en las elecciones celebradas el 20 de noviembre de 2011.

También está muy clara la enorme injusticia social de los recortes, plasmada, en roman paladino, en que la factura de la crisis, provocada por las castas política y financiera, la van a pagar los de siempre, los más desfavorecidos. Entre ellos están los que sufren el drama del paro, los autónomos angustiados, los empleados desesperanzados y sobrecargados de trabajo, los embargados por hipotecas, y hasta tal punto llega la situación, que sectores sociales que la población considera privilegiados, como funcionarios y pensionistas, también tienen sus problemas, estrecheces y embargos.

A sumar a todo esto hay que añadir el vergonzante descaro de la casta política que proclama la intangibilidad de todos sus privilegios, reforzando además las diputaciones y haciendo gesto de cara, posiblemente a Europa, de eliminar concejales, que son los políticos peor pagados, con menos privilegios y con más contacto con el pueblo.

Fruto de toda esta crispación o utilizada ésta de manera interesada (en España, la política no es la forma de gobernar, sino un cáncer), se han producido en las últimas horas dos hechos lamentables. Situémonos cronológicamente.

El primero se produce en la sesión de las Cortes. La diputada del PP por Castellón Andrea Fabra grita «¡Que se jodan!» cuando en el Congreso de los Diputados, el presidente Mariano Rajoy está tratando los recortes a las prestaciones por desempleo. La diputada ha reiterado que la expresión fue dirigida a los diputados del grupo socialista, y en ningún caso contra las personas en paro. Desde entonces ha sufrido un auténtico linchamiento mediático. Aunque ha quedado claro que la casta política española vive por completo de espaldas a los sufrimientos del pueblo (y bien lo ha demostrado no dando un mínimo ejemplo), estoy convencido que la diputada no es tan cruel. Y si me equivoco, allá ella con su conciencia. Sin embargo no cesan los ataques contra la misma en foros y redes sociales.

El segundo es todavía mucho más lamentable y vergonzoso.El hostigamiento al que se vio sometida la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, el viernes por la tarde cuando caminaba por su barrio de Malasaña, tras encontrarse con una manifestación de funcionarios, sufrió empujones, amenazas y hasta escupitajos, durante un trayecto de unos 50 metros, por un grupo de radicales, de los cuales la mayoría no tenía nada que ver con el funcionariado, hasta que logró refugiarse en un restaurante etíope de la calle de Manuela Malasaña. Ningún transeúnte le echó una mano. A raíz de conocerse los hechos, las redes sociales se convirtieron en un hervidero de opiniones, unas a favor y otras en contra, pero también de insultos y amenazas, muchas de ellas parapetadas tras el anonimato. Lamentable el hecho de la agresión, lamentable el hecho de la denegación de ayuda (propio de una sociedad como la nuestra, insolidaria) y lamentable el hecho de los insultos, algunos agravados con la cobardía del anonimato.

Comprendo la crispación de quien está desesperado, pero la violencia jamás condujo a nada bueno. Nunca construyó un mundo mejor, sino mucho peor. En las situaciones violentas o en las cuales cesa el orden, como revueltas, guerras, catástrofes naturales, salen a flote los instintos más malignos y bajos del ser humano; como contrapartida, sucede lo mismo con los más nobles y heroicos.

Pretender solucionar la crisis linchando a políticos es propio de gente malvada, de pocas luces y de nulo espíritu democrático. Que se lo hayan ganado o se lo merezcan tampoco es un motivo para ejercer la violencia, aunque ésta sea solamente verbal. Lo único que se hará será agravar la crisis e incrementar la mala imagen del país. No hay más demoledor, que más aleje la inversión y cree desconfianza que las imágenes de disturbios violentos.

¿Debemos entonces permanecer callados y sumisos ante lo que consideramos un abuso del poder? De ninguna manera, es lo peor que se puede hacer. Las vías pacíficas, legales y democráticas son la única manera y la más eficaz de revertir los abusos de los poderosos. El hecho de la revuelta pacífica y democrática de Islandia lo demuestra por completo. En España apenas se han utilizado y queda un largo camino por recorrer en este sentido.

Malditos sean los violentos, los intolerantes, los maltratadores, los canallas. El mundo sería mejor sin ellos.

Y benditos sean los pacíficos y tolerantes. Y si además éstos son inteligentes, voluntariosos y resolutivos, mejor. Porque cambiarán el mundo a bien.


Jaime Arroyo
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2 comentarios:

  1. Buenas, Jaime.

    Aunque muy loable tu actitud conciliadora para con la clase politica, tu discuro solo nos dice que eres un dinosaurio anclado en unos valores que quienes los crearon ya se los pasaban por el culo.

    La crisis no tiene solución, el miedo a caer no nos va a evitar la caida y no podemos pensar en el sistema que vamos a dejar atrás sino en el que vamos a construir en el futuro. Si dejamos que las cosas sigan por el camino que siguen, lo que ocurrirá es tan viejo y obvio que nos quedaremos con una increible cara de tontos cuando suceda.

    Los politicos se marcharán con el dinero que han amasado de exprimir forzosamente al pueblo con estos últimos recortes, se refugirán en el exilio bajo el ala de algún amiguito dictador o pseudo dictador con el que hayan entablado amistad y a nosotros nos dejarán más que jodidos.

    Si queremos crear un sistema nuevo y positivo lo primero que debemos hacer es extirpar el cancer que lo infesta. No es un camino de rosas, es jodido y será jodido, pero cuanto antes aceptemos que la verdadera democracia pasa por una guillotina antes valoraremos lo que de verdad significa la libertad.No habrá curación sin justicia y en este sistema no habrá justicia sin violencia.

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    1. Estimado amigo, ante todo gracias por tu comentario.

      Me niego a pensar que algo no tiene solución, excepto la muerte, algo por su propia definición, completamente irreversible. Los políticos, nos han dado un ejemplo más que penoso, a veces hasta parece que quieren decir, ¡a la saca qué se acaba!

      El cáncer que infesta este país es la corrupción, corrupción que se transmite a nivel político, y corrupción que se debe extirpar a todos los niveles. Tolerancia frente a la corrupción cero.

      Creo que hay otros caminos hacia la democracia y la justicia, que no pasen por guillotinas y violencia. Quiero pensar que los hay. Quiero pensar que en España puede suceder algo parecido a lo que sucedió en Islandia. Aunque a veces empiezo a perder la esperanza. Espero no estar equivocado.

      Un saludo.

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